Los déficits gemelos
Luis Larraín Director ejecutivo Libertad y Desarrollo
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Luis Larraín
Mientras los mercados mundiales se desploman por el coronavirus, los chilenos estamos en medio de un proceso para cambiar la Constitución que algunos miran con mucho optimismo. Adelantan que esa nueva Constitución resolverá los problemas que tiene la gente, las frustraciones de treinta años e incluso alguien ha llegado a prometer que tendremos más áreas verdes si gana la opción Apruebo.
Los economistas tenemos la mala costumbre de mirar los números, y a partir de allí construir nuestras hipótesis y escenarios. Y cuando lo hacemos, nada parecido a ese optimismo puede observarse. Es más, lo que aparece es un fenómeno que se presentó en la economía mundial hace varios años y en Estados Unidos fue bautizado como los déficits gemelos. La discusión sobre política y economía norteamericana giró muchos años sobre este concepto y sus dificultades.
Una mirada desapasionada de las cifras macroeconómicas empieza a revelar un creciente gasto en el Fisco. El ministro de Hacienda ha dicho que este año habrá un gasto público más grande de US$ 3.000 millones por mayor inversión pública y transferencias; más US$ 1.950 millones de apoyo financiero a pequeñas empresas y 550 millones de dólares en reconstrucción (básicamente Metro) y concesiones. El incremento real del gasto fiscal para este año será del orden de 8,5%, cuando el país con suerte crecerá el 1%. Presiones de gasto público aparecen también por posibles gastos adicionales por la reforma de pensiones, Ingreso mínimo garantizado, tarifas en el transporte público y reformas al Fonasa y seguros catastróficos de salud.
Los bancos de inversión empiezan a mirar también con creciente preocupación el financiamiento de todo este gasto adicional. Un incremento de la deuda es inevitable y algunos hablan incluso de una relación deuda/PIB empinándose a un 50% en un horizonte de cuatro años. Inevitablemente, ello afectaría la clasificación de la deuda soberana de Chile, incluso en dos “notches” (peldaños), situando a Chile derechamente entre los países emergentes con una categoría de riesgo bastante más alta que la que hemos tenido todos estos años.
Los déficits gemelos apuntan al concepto de equilibrios macroeconómicos, donde un exceso de gasto debe financiarse de alguna manera y habitualmente los déficits fiscales de gran magnitud se financian con otro déficit: el de la cuenta corriente de la balanza de pagos. Los extranjeros financian el mayor gasto. En el caso de Chile si bien este año podríamos estar en valores de déficit de cuenta corriente algo superior al 2,5%, la tendencia es preocupante.
Los mercados financieros internacionales actúan como agentes igualadores de riesgo. Un país que está en un proceso en que la tendencia es aumentar el riesgo, debe necesariamente ofrecer una tasa de interés más atractiva para atraer inversiones, con lo cual debemos concluir que la tasa de interés chilena va a tender a ser más alta. La otra variable que ajusta estos desequilibrios ya está actuando: un mayor déficit de cuenta corriente requiere un tipo de cambio real más alto para equilibrar la oferta y demanda de moneda extranjera y eso ya está ocurriendo en Chile.
En este escenario la efectividad de la política monetaria es muy baja. Si el Banco Central baja las tasas de interés para reactivar la economía, puede hacer subir más el tipo de cambio. Con el nivel de confianza que tenemos en los agentes económicos cuesta mucho hacer política monetaria y el Banco Central empieza a verbalizarlo. El fantasma de los déficits gemelos empieza a aparecer.